sábado, 23 de enero de 2010

Por qué… para qué…

Una de las preguntas que todos debemos habernos hecho al filosofar sobre nuestra existencia es ¿por qué estamos aquí?. En algún punto de nuestras vidas nos ocupa hallar esa respuesta. Y esa respuesta suele girar alrededor del encuentro de nuestros padres y/o de nuestros abuelos. Si pasamos de lo específico ¿por qué estoy yo aquí? a lo general ¿por qué el ser humano está aquí? y ese aquí es este planeta, llegaremos tal vez hasta una de las teorías de la creación y filosofemos alrededor de la gran explosión o el Todopoderoso.

Pues bien, “¿por qué?” es una pregunta muy interesante y compleja, pero siento que no marca tanto a una persona. Saber que estás aquí porque tus padres se conocieron hace 20, 30 o 40 años puede pasar a ser un “dato histórico” para uno. Al menos es así para mí. Claro que si a esto sumas que estás aquí porque también tuviste los cuidados y cariño de quienes te criaron eso ya no tiene nada de “histórico” sino que se torna bastante concreto. Ese dato genera un sentimiento de agradecimiento hacia quienes están detrás de ese porqué pero no siento que marque un camino a futuro (excepto el de retribuir ese cariño).

Si cambiamos nuestra pregunta inicial a ¿para qué estamos aquí? creo que la cosa se pone mucho más compleja. Y esa respuesta es, efectivamente, la que marca (o explica) lo que hacemos de nuestras vidas. Saber para qué estoy yo aquí me ayudaría a que todos los días haga cosas específicas para acercarme a ese objetivo. Claro, uno puede “tropezar” en el camino pero ya queda claro cuál es ese camino.

Ojo que no hay respuesta correcta. Sin embargo, podríamos convenir en que, “estar aquí para pasarla bien” es una respuesta muy vaga: ¿qué es pasarla bien? ¿dormir o salir de fiesta? Tal vez de más ayuda sea “estar aquí para celebrar con mis amigos todos los días”. Es bastante más específico y ayuda a tener un comportamiento que ayude a lograr ese para qué. Estar aquí para “amar” también es un poco vago y pasivo pues puedo “amar” estando sentado todo el día en una silla sin hacer nada. Se podría seguir discutiendo si hay un solo para qué en la vida o va cambiando según uno “madure”. Por lo pronto está claro que: (1) es una pregunta que marca el comportamiento de la persona; (2) cada uno tiene su “para qué”; (3) uno hace cosas o sigue diversas estrategias para lograr ese “para qué”.

¿Qué tiene que ver esto con el teatro? Pues acabo de aprender que esto es exactamente igual en el teatro. Un personaje sale a escena para algo concreto y trascendente. En palabras de Gustavo López, nuestro profesor, “si no sé para qué entro a escena mejor me quedo afuera”. En ese para qué radica lo que hace el personaje en escena y es la esencia de la actuación.

A medida que internalice este potente concepto, iré contando mis aprendizajes.

lunes, 4 de enero de 2010

Retomando el camino…

Retorno a este blog luego de mucho tiempo y a punto de iniciar ya el tercer módulo de estudios en el CFT Aranwa. Abandoné el blog no porque dejara mi persecución de llegar a ser “medium” (o bajaran las ganas) sino más bien porque por un tema de prioridades este blog quedó “des-priorizado” (además de estudiar actuación, trabajo full time en una empresa de tecnología y además soy profesor).

Quedé con varios pendientes. Entre ellos terminar mis resúmenes del libro “El Espacio Vacío” de Peter Brook, poner mis resúmenes de mis lecturas de Stanislavski, contar lo extraordinario que fue para mí el segundo semestre del año (con Mateo Chiarella como profesor) semestre en el que, además de estudiar acerca de la construcción del personaje, pude participar en un par de muestras en la escuela, mismas que me han dado un “poquito” más de tablas que se suman a las que me dio el segundo módulo. Todo suma para llegar a ser médium.

Además, he visto obras de teatro que me gustaron mucho. Espero no olvidarme de ninguna de ellas en esta relación: “Volpone”,  “Esta obra es un desastre”, “Sin título, técnica mixta”, “Cabaret”, “Lamiak”,  “Incierto Concierto”, “Adiós Ayacucho”, “Los músicos ambulantes”, “Las Brujas de Salem”, “Respira”, y, por supuesto, “Don Juan regresa de la guerra”. Si me olvidé de alguna ampliaré en un artículo posterior.

Respecto de mi motivación para seguir, clases de voz (terapia de fonoaudiología, en realidad), de baile (tap) y de música (autoestudio) son solo un reflejo de las ganas que tengo de seguir este camino. Por ahí se vienen unas de dramaturgia… a ver si puedo meter letras en mi cabeza de ingeniero.

Finalmente, algunos amigos del teatro que leyeron este blog, me preguntaron sobre la intención que llevo al publicar “las clases” aquí y si eso podría ser una infidencia de mi parte. Repito mi intención: este blog es simplemente mi cuaderno de clases. En lugar de escribir en un cuaderno tradicional (con mi pésima caligrafía y con mi lentitud para escribir a lapicero) lo hago electrónicamente para que, además de que me sea más fácil preservarlo y consultarlo, algún entendido en la materia pueda comentar, corregir, añadir, o complementar alguna opinión o aprendizaje que vaya teniendo a lo largo de mi carrera como estudiante de actuación y, a futuro, como actor. No publico algo aquí porque ya lo sepa sino porque quiero saberlo y entenderlo bien y escribiéndolo y leyendo los comentarios lo aprenderé mejor. Por ello comentaré aquí lo que entendí de las cosas que aprendí en clase, del profesor o de mis compañeros. Habrá algunas excepciones, por supuesto, cuando la delicadeza de la información lo requiera (o simplemente me lo soliciten). Además, desde hace buen tiempo en Internet se publican oficialmente en video clases de reputadísimas instituciones como la Universidad de Stanford o el Massachusetts Institute of Technology. Muchísimas de estas clases son sobre ciencias: materias muy “duras y frías” que, se puede argüir, es menos propensa a necesitar de la interacción personal que el enseñar actuación. Puedo entender que un ingeniero pueda graduarse estudiando solamente a través de Internet. Pero no podría entender a un escultor, pintor o actor que se gradúe estudiando del mismo modo. Que las instituciones compitan entre sí solo porque la una no sabe cuál es el syllabus que usa la otra es un sinsentido que, nuevamente, los videos anteriores comprueban. Al contrario, el hecho de que una sepa qué y cómo dicta las materias otra institución no lleva sino a la mejora global del sistema educativo. Si, pretenciosamente de mi parte, este blog ayuda a que pase eso con el teatro, aunque sea un poquito, en algo he contribuido a lo que todos queremos: un mejor teatro. Por ello, espero que estén de acuerdo conmigo en que aprender a actuar no es solo repetir tres conceptos aprendidos sino que es más bien un arte, una esencia que se transmite de profesor a alumnos en el espacio… vacío.