lunes, 20 de julio de 2009

¡Feliz cumpleaños, “Yuyas”!

El día de ayer domingo 19 de julio fui a la casa de los Yuyachkani a ver la puesta en escena de “Santiago” y me di con la sorpresa de que este extraordinario grupo cumplía 38 años de formado. Increíble, toda una vida (exactamente equivalente a la mía) dedicada al arte en su acepción más amplia. Actores extraordinarios, músicos de polendas, atletas… increíble ver tanta disciplina y tanto amor por el teatro.

Desde esta diminuta tribuna un saludo para ellos.

miércoles, 17 de junio de 2009

Fin del primer semestre de estudio

Como comentara en un artículo anterior, el primer semestre de estudios acabó con una “clase abierta”, “muestra” o “función” que duró tres días.  Aquí adjunto el programa de mano que se repartiera en dichas funciones. Para mí, esta experiencia ha sido fundamental para redondear el aprendizaje del primer semestre. Realmente es el público quien completa una obra de teatro.  Finalmente, si pudiera sacar una sola oración de todo lo aprendido, me quedaría con la imperiosa necesidad de “realmente entender el texto que se está diciendo”.

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sábado, 6 de junio de 2009

Ya “estrenamos”

Ayer 5 de junio de 2009 a las 8 p.m. se inició la mini temporada que clausura el primer módulo de estudios. ¿La obra? Dos partes: la primera muestra el trabajo de cuerpo y voz a través de unos ejercicios e improvisaciones. La segunda parte es una parte de “El Juglarón” de León Felipe, y una escena de “Julio César” de W. Shakespeare. A mí me tocó ser “uno de los Marco Antonio”.  Ya se los contaré.

Los dejo con el texto de mi monólogo en la obra. Es Marco Antonio reaccionando ante César muerto, luego de que Bruto insta al pueblo a escuchar “la apología de sus glorias” en boca de Antonio que tiene otros planes en mente…

¡Amigos romanos, compatriotas, prestadme atención! ¡Vengo a inhumar a César, no a ensalzarle! ¡El mal que hacen los hombres perdura sobre su memoria! ¡Frecuentemente el bien queda sepultado con sus huesos! ¡Sea así con César! El noble Bruto os ha dicho que César era ambicioso. Si lo fue, era la suya una falta grave, y gravemente la ha pagado. Con la venia de Bruto y los demás, pues Bruto es un hombre honrado, como son todos ellos, hombres todos honrados, vengo a hablar en el funeral de César. Era mi amigo, para mí leal y sincero; pero Bruto dice que era ambicioso. Y Bruto es un hombre honrado. Infinitos cautivos trajo a Roma, cuyos rescates llenaron el tesoro público. ¿Parecía esto ambición en César? Siempre que los pobres dejaban oír su voz lastimera, César lloraba. ¡La ambición debería ser una sustancia más dura! No obstante, Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honrado. Todos visteis que en las Lupercales le presenté tres veces una corona real, y la rechazó tres veces. ¿Era esto ambición? No obstante, Bruto dice que era un hombre ambicioso, y, ciertamente, es un hombre honrado. ¡No hablo para desaprobar lo que Bruto habló! ¡Pero estoy aquí para decir lo que sé! Todos le amasteis alguna vez, y no sin causa. ¿Qué razón, entonces, os detiene ahora para no llevarle luto? ¡Oh raciocinio! Has ido a buscar asilo en los irracionales, pues los hombres han perdido la razón… ¡Perdonadme un momento! ¡Mi corazón está ahí, en ese féretro, con César…

miércoles, 27 de mayo de 2009

No me he ido

Aquí estoy. No he publicado artículo alguno durante estos días por la conjunción de muchas cosas, además de la “pereza”. Examen final. Clase abierta, montaje o muestra de fin de primer semestre. Lecturas y relecturas de Brook y Stanislavski (cuyos resúmenes aún les “debo”). La chamba (laburo, trabajo, etc.) Pero aquí estoy. Memorizando una escena de “Julio César” que será parte de este final.

martes, 19 de mayo de 2009

Murió Mario Benedetti

Mario Benedetti Farrugia falleció el pasado domingo 17 de mayo en su natal Uruguay. No tengo nada que agregar a lo que han dicho ya los cables procedentes de todo el mundo. Por ahora solo quiero escuchar su poema “No te salves” en el arreglo musical que hiciera el notable músico peruano Jorge “Pelo” Madueño.

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves

no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios 
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

lunes, 18 de mayo de 2009

Reporte “Lúdicus”

El sábado fui al ICPNA de Miraflores con toda la familia a ver esta obra de la agrupación peruana “La tropa del eclipse”. La función me gustó. Mis hijos (6 y 4 años) se divirtieron mucho y me han pedido que los lleve de nuevo el próximo fin de semana. Ese es un piropazo de dos niños hacia una función apta para todos programada para las 7.30 pm del sábado. Estoy pensando más bien llevarlos a ver “Pandangán” o “Romatapokis” que “la tropa” está montando en el mismo escenario en estos días.

Ver el espectáculo me recordó que el mundo de los payasos es un mundo puro, honesto, mágico, tierno y maravilloso, donde lo imposible se hace posible, y si uno sigue las convenciones, termina yéndose a casa con un pedazo de cielo en el corazón.

Aquí les dejo un reel de la obra. Aunque el video es del año pasado, les da una idea de la misma. Si quieren ver más videos de la tropa, no dejen de ver su canal en YouTube.

Las últimas dos funciones de “Lúdicus” serán el próximo fin de semana así que, ya están advertidos. Ojo: no se necesita saber español para entender la obra. “Lúdicus”… no usa palabras. ¡Mágico!

jueves, 14 de mayo de 2009

Hoy… examen oral

No he estado publicando artículos en estos últimos días pues hoy nos tomarán examen de los diversos libros y artículos que hemos venido revisando durante esta etapa del curso y he estado usando el poco tiempo “libre” del que dispongo para leer. A partir de mañana retomaré las publicaciones empezando por el cuarto y último capítulo de “El Espacio Vacío” y de ahí seguirán mis comentarios sobre el libro de Stanislavski titulado “Un actor se prepara”.

lunes, 11 de mayo de 2009

Libro: “El Espacio Vacío” – El teatro tosco

La RAE define tosco(1) como “grosero, sin pulimento ni labor”. A su vez, grosero significa “basto, ordinario y sin arte”. Brook comienza el capítulo diciendo:

“Siempre es el teatro popular el que salva a una época. A través de los siglos ha adoptado muchas formas, con un único factor común: la tosquedad. Sal, sudor, ruido, olor: el teatro que no está en el teatro, el teatro en carretas, en carromatos, en tablados, con el público que permanece en pie, bebiendo, sentado alrededor de las mesas de la taberna, incorporado a la representación, respondiendo a los actores […]”

Es necesario un elemento tosco en el teatro. En la música, por ejemplo, el sonido del violín está compuesto en buena proporción por ruido: el raspar del arco con la cuerda. Los arquitectos, dice Brook, “siguen sin querer aceptar esa exigencia, y de ahí que año tras año las experiencias teatrales más vivas se realizan fuera de las salas construidas para ese propósito”.

El teatro tosco está próximo al pueblo. Su característica es la ausencia de lo que se llama estilo. El estilo necesita ocio, mientras que un espectáculo montado en condiciones toscas es como una revolución, ya que todo lo que se tiene al alcance de la mano puede convertirse en un arma. El objetivo de este teatro tosco es, en primer lugar, “provocar desvergonzadamente la alegría y la risa.”

“El teatro sagrado se ocupa de lo invisible, y éste contiene todos los ocultos impulsos del hombre. El teatro tosco se ocupa de las acciones humanas, y debido a que es directo y toca con los pies en tierra, debido a que admite la risa y lo licencioso, este tipo de teatro al alcance de la mano parece mejor que el sacro.”

Brook habla de Bertolt Brecht, hombre muy influyente en el teatro de entonces, y figura del teatro universal. Brecht introduce el concepto de “alienación”: usar mecanismos de distanciamiento como losBertolt Brecht (1898-1956) apartes y las máscaras para evitar que el espectador se identificara con los personajes de la escena (2). Esa distancia la consideraba esencial para el proceso de aprendizaje del público pues reducía su respuesta emocional y le obligaba a pensar. Es así que la alienación y el happening tienen efectos similares y opuestos: este busca derribar las barreras levantadas por la razón y aquella busca transferir a la obra lo mejor de nuestra razón. Brecht quería desaparecer del escenario la información inútil que puede absorber la atención a costa de algo más importante. Por ejemplo podía cortar el desarrollo de características y sentimientos que se relacionaban solo con el personaje, si es que veía que la claridad de su tema estaba amenazada. Al contrario de la tendencia de los actores de presentar al personaje lo más completo posible, Brecht encontró otro objetivo: completo no significa necesariamente “semejante a la vida”. Cada actor ha de estar al servicio de la obra y solo cuando “el actor se vea en relación con la totalidad de la obra, no sólo se dará cuenta de que la excesiva caracterización se opone a menudo a las necesidades de la pieza, sino también de que demasiadas características innecesarias trabajan en contra suya y hacen menos convincente su interpretación.”

Hoy, dice Brook, apenas se necesita el teatro y apenas se confía en sus laborantes. Por ello, no cabe suponer que el público se agrupará devota y atentamente. Para lograr captar la atención del público y ganar su fe:

“[…] Hemos de convencer de que no hay truco, nada oculto. Debemos abrir nuestras manos y mostrar que no escondemos nada en nuestras mangas. Sólo entonces podemos comenzar.”

(1) Recordemos que Peter Brook era inglés. La palabra que usó él es “rough” que, creo, tiene una buena traducción en “tosco”.

(2) Tomado de esta página.

jueves, 7 de mayo de 2009

Libro: “El Espacio Vacío” – El teatro sagrado

Otra manera de llamar al teatro sagrado sería teatro de lo invisible-hecho-visible. “Comprender la visibilidad de lo invisible es tarea de una vida. El arte sagrado es una ayuda a esto. Un teatro sagrado no solo muestra lo invisible, sino que también ofrece las condiciones que hacen posible su percepción.”

Si convenimos en que la mayor parte de la vida escapa a los sentidos,  se podría decir entonces que las artes dan modelos sólo reconocibles cuando se manifiestan en forma de ritmos o figuras. En ese sentido, un director de orquesta no hace la música sino que la música lo hace a él. “Si el director está relajado, receptivo y afinado, lo invisible se apodera de él y, a su través, nos llega a nosotros.”

“Aunque el teatro tuvo su origen en ritos que hacían encarnar lo invisible, no debemos olvidar que, a excepción de ciertos teatros orientales, dichos ritos se  han perdido o están en franca decadencia.”

Un ritual auténtico, una ceremonia auténtica, debe dictar y establecer, en todos sus significados, la forma del lugar en que se desarrollará. Además, parece haberse perdido el sentido del rito y del ceremonial. “[…] No sabemos cómo celebrar, ya que no sabemos qué celebrar.”

“Olvidamos que hay dos posibles puntos culminantes en una experiencia teatral: el de la celebración, con el estallido de nuestra participación en forma de vítores, bravos y batir de manos, o, también, en el extremo opuesto, el del silencio, otra forma de reconocimiento y apreciación en una experiencia compartida.”

Por otro lado, el propósito debe estar siempre presente. El teatro busca mover al espectador, llevarlo a la acción. Si se dispara una pistola apuntando hacia el espectador, no hay duda de que se causará una gran conmoción. Pero, ¿qué sigue a una conmoción? Justo en ese momento está la posibilidad de alcanzar al público de una manera distinta. Si se pierde ese momento, el espectador vuelve a su punto de partida y “no sucede nada”.  En el camino uno puede encontrarse disparando los primeros tiros sin saber hacia dónde se dirige. Ese camino conduce al “happening” (acontecimiento, suceso): sacudir al espectador de manera que vea con nuevos ojos, que despierte a la vida que le rodea.

Al intentar captar lo invisible no se debe perder contacto con el sentido común: “si nuestro lenguaje es demasiado especial perderemos parte de la fe del espectador". Shakespeare, por ejemplo, tenía siempre un objetivo sagrado pero continuamente nos envía “a tierra”. Tras hacer un esfuerzo para ver lo invisible, hemos de afrontar la derrota, caer e iniciar nuevamente la marcha.

“En el teatro, durante siglos, existió la tendencia a colocar al actor a una distancia remota, sobre una plataforma, enmarcado, decorado, iluminado, pintado, en coturnos, con el fin de convencer al profano de que el actor era sagrado, al igual que su arte. ¿Expresaba esto reverencia o existía detrás el temor a que algo quedara al descubierto si la luz era demasiado brillante, si la distancia era demasiado próxima? Hoy día hemos puesto al descubierto la impostura, pero estamos redescubriendo que un teatro sagrado sigue siendo lo que necesitamos. ¿Dónde debemos buscarlo? ¿En las nubes o en la tierra?”

miércoles, 6 de mayo de 2009

Falleció Augusto Boal, activista del teatro

No tengo mucho más que agregar. Lo poco que conocí de este dramaturgo brasileño viene de lo que Coco Chiarella nos contó a propósito del Día Mundial del Teatro 2009. Para esta celebración, Augusto escribió el mensaje internacional. 

Una pequeña semblanza del creador del “Teatro del Oprimido” la pueden encontrar en la página principal del blog de Aranwa Teatro. Queda como tarea para mí investigar sobre su técnica de dramaturgia, misma que convierte al espectador en actor, y leer al menos dos de sus libros “El Teatro del Oprimido” y “Juegos para actores y no actores”.

El pasado domingo 3 de mayo de 2009, Augusto perdió la batalla contra la leucemia a la edad de 78 años.

domingo, 3 de mayo de 2009

Libro: “El Espacio vacío” – Comentarios Generales

Estos días estoy en medio del análisis del libro en mención y recuerdo que en el programa de mano de la obra “El último ensayo” de Yuyachkani, Miguel Rubio comparte notas de sus intervenciones en los ensayos para “presentar algunas reflexiones del proceso.” Entre esas notas, encuentro esta que no puede ser más pertinente.

“El actor debe vaciarse por dentro. El espacio vacío del que habla Peter Brook no debe ser entendido solamente como el espacio escénico, el primer espacio a trabajar es el interior. El actor debe eliminar el miedo para poder someterse a un riesgo, perder el miedo es alcanzar la libertad para crear.”

Miguel Rubio Zapata, Notas de Trabajo
Nota escrita el 21 de noviembre de 2007 y publicada en el programa de mano de “El Último Ensayo”

Libro: “El espacio Vacío” – El teatro agonizante

El teatro agonizante significa mal teatro. El reto es que puede aparecer en cualquier lugar. Es un teatro que además de no inspirar o instruir, tampoco divierte. Por su impureza(1), el teatro es calificado de prostituta, calificativo que ahora cobra otro sentido: “las prostitutas cobran y luego abrevian el placer”.

Elteatro agonizante se apodera fácilmente de obras clásicas pues, pese a toda la parafernalia que suele acompañar a la obra, esta resulta extremadamente aburrida. Mucha forma arcaica y anacrónica y poca conexión con el público. Muchas veces se presume erróneamente que la cultura implica un cierto grado de aburrimiento.

¿Cómo distinguir lo agonizante en el arte? Lo agonizante es evidente en otros campos. Se puede distinguir en una persona o en un animal y diferenciarlo de la muerte. El problema es que “tenemos menos experiencia en observar cómo una idea, una actitud o una forma pueden pasar de lo vivo a lo moribundo.” Como sugerencia, alguien puede exigir que se interprete la obra “como está escrita”, lo cual tiene sentido. Por desgracia, el texto solo dice lo que se escribió en el papel, no cómo se le dio vida en otro tiempo. Imitar formas externas de interpretación solo perpetúa el ademán y lo hace vacío.

Además, decir  “interprete lo que está escrito” es un consejo que tiene un problema fundamental: en el papel solo están las palabras a pronunciar. Brook lo explica así:

“Una palabra no comienza como palabra, sino que es un producto final que se inicia como impulso, estimulado por la actitud y conducta que dictan la necesidad de expresión. Este proceso se realiza en el interior del dramaturgo, y se repite dentro del actor. Tal vez ambos son sólo conscientes de las palabras, pero tanto para el autor como luego para el actor la palabra es una parte pequeña y visible de una gigantesca formación invisible.”

Y luego añade que el único modo de encontrar el verdadero camino para la pronunciación de una palabra es mediante un proceso que corre parejo con el de la creación original. Este proceso no puede pasarse por alto ni simplificarse. Interpretar un texto de una manera “romántica”, “noble” o “heroica” es el camino más seguro para llegar al teatro agonizante. Esos adjetivos no tienen un significado absoluto.

“En un teatro vivo nos acercaríamos diariamente al ensayo poniendo a prueba los hallazgos del día anterior, dispuestos a creer que la verdadera obra se nos ha escapado una vez más. Por el contrario, el teatro agonizante se acerca a los clásicos con el criterio de que alguien, en algún sitio, ha averiguado y definido cómo debe hacerse la obra.”

El teatro se debe renovar; es en sí un “arte autodestructor”. Desde el primer día de la temporada de una obra “algo invisible comienza a morir”. La vida es movimiento, el actor se ve sometido a influencias al igual que el público por lo que el teatro debe llevar huellas de las influencias que lo rodean. No puede permanecer estático. Sin embargo, hay muchas barreras para lograr un teatro vivo.

Un ejemplo de esa barrera es la económica. Obras de teatro que tienen que comenzar pronto, para las cuales se ensaya poco pues no hay tiempo, cojea desde el principio.

La preparación de los actores puede ser parte de esa barrera:

“Los cantantes y a menudo los bailarines no se apartan de sus maestros; los actores, una vez lanzados, no tienen nada que los ayude a desarrollar su talento. En cuanto alcanzan cierta posición, dejan de estudiar.”

“Compárese lo poco que cuesta –en términos generales- encontrar trabajo en muchos teatros del mundo con el mínimo nivel de preparación que se le exige, por ejemplo, a un concertista de piano. […] En comparación con ellos [los profesores de música], la mayor parte de nuestro trabajo está a un nivel de aficionados.”

El crítico puede ser parte de esa barrera. Tiene que tener una idea de cómo puede ser el teatro en su comunidad y revisar esa idea según cada experiencia que vive. Debe disfrutar con el teatro, amarlo y poner en riesgo su creencia sobre el rol del teatro cada vez que participe en un hecho teatral.

El dramaturgo puede ser parte de esa barrera.  Primero está la dificultad para escribir una obra adentrándose en personajes opuestos. Luego la necesidad de lograr la difícil vinculación entre el mundo de la experiencia interior con el exterior. Finalmente, el reto de estar en un tiempo en que los medios como el cine y la televisión han acostumbrado al público a juzgar instantáneamente una escena, por lo que las formas convencionales ya no tienen validez.

El director puede ser parte de esa barrera. Brook dice que en cierto sentido es un impostor pues “no conoce el territorio y, no obstante, carece de elección, ha de guiar y aprender el camino mientras lo recorre.” Hay ciertas trampas que esperan por él para convertirlo en agonizante: la repetición de fórmulas, métodos, chistes y efectos viejos. En su lugar, deben partir desde cero cada vez y preguntarse la verdadera razón del por qué y para qué las ropas y la música.

El público puede ser parte de esa barrera. Pasa cuando aplaude mediocres puestas escénicas simplemente porque le agradan los trajes o cambios de decorado o por la belleza de la primera actriz.

El problema de encontrarse con un teatro agonizante es verlo en el fondo y no en la cima de sus posibilidades. Al decir agonizante no se quiere decir muerto sino algo deprimentemente activo y, por lo tanto, capaz de cambio.

Finalmente, las preguntas vitales son:

¿Por qué, para qué el teatro? ¿Es un anacronismo, una curiosidad superada, superviviente como un viejo monumento o una costumbre de exquisita rareza? ¿Por qué aplaudimos y a qué? ¿Tiene el escenario un verdadero puesto en nuestras vidas? ¿Qué función puede tener? ¿A qué podría ser útil? ¿Qué podría explorar? ¿Cuáles son sus propiedades esenciales?

(1) Afirmación de Brook, no entiendo exactamente a qué se refiere al decir que el arte del teatro es impuro.

sábado, 2 de mayo de 2009

Libro: “El Espacio Vacío” – Peter Brook

Peter Stephen Paul Brook nació en Londres el 21 de marzo de 1925. Escribió “El Espacio Vacío” a la edad 43 años (1968) y las ideas sobre la naturaleza del teatro que ahí vierte resultan interesantísimas e inspiradoras. Precisamente este libro es uno de los que hemos de estudiar en este primer semestre.

La primeras dos oraciones del libro son contundentes:

“Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro le observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral.”

Precisamente el concepto de “espacio” y no “escenario” es el aceptado en el teatro hoy. El lugar donde se lleva a cabo una representación teatral no está ya ligado con la idea de proscenio, butacas y telón. La evolución natural del teatro ha hecho que justamente cualquier lugar pueda ser tomado como un “espacio” para hacer teatro.

En el libro Brook descompone la palabra teatro en cuatro significados distintos: un teatro agonizante (a veces mal traducido como “mortal”), un teatro sagrado, un teatro tosco y un teatro inmediato. Cada uno de esos significados merecerá una publicación mía en este blog.

Destaco que Brook no pretende tener la última palabra sobre el tema ni esbozar una teoría rígida. Consigno aquí, para sostener esta idea, lo que dijera el autor en una entrevista cuarenta años después de la publicación de su libro:

“Quien recuerde el libro sabe que en la última página decía que en el momento de leerlo, lo allí escrito ya estaba desfasado. Yo mismo, después de escribirlo estaba dando un paso más adelante porque, como la historia, todo pasa con el tiempo, y no quiero estar circunscrito al pasado. No he releído aquello que escribí, y recuerdo pocas de las ideas que allí se encierran, pero pienso que, en general, enunciaba propuestas que serían válidas aún. Por otra parte, insisto en que ninguna teoría, ninguna idea tendrían carácter eterno en el teatro. El libro creo que continúa teniendo vigencia en lo que tiene que ver con la búsqueda de ese espacio vacío. No sólo en lo que respecta a la escena, sino también a nosotros mismos. En nuestras ideas debemos siempre regresar a la convicción de que cualquier teoría, sea la que sea, es siempre provisional, como lo somos todos.”

Peter Brook, entrevista a ABCD
1 de noviembre de 2008

La importancia del cuerpo para el actor

Desde hace días da vueltas por mi cabeza la idea de justificar apropiadamente la importancia del cuerpo para el actor. Escribí “mejor teatro, mejor persona” y la justificación que allí di sobre la materia me parece buena pero no sé si hago justicia a dicha importancia. Justamente leyendo “El espacio vacío” de Peter Brook, obra sobre la cual publicaré un resumen prontamente, encuentro este párrafo que me parece útil para lograr mi objetivo:

“Por sí sola, la flexión de los músculos no desarrolla ningún arte,  de la misma manera que las escalas no hacen a un pianista ni los ejercicios digitales mueven el pincel de un pintor; sin embargo, todo gran pianista ejercita sus dedos durante muchas horas diarias y los pintores japoneses se esfuerzan a lo largo de toda su vida en trazar un círculo perfecto. El arte interpretativo es en ciertos aspectos el más exacto de todos, y el actor se queda a medio camino si no se somete a un aprendizaje constante.”

Peter Brook, “El Espacio Vacío”
1968

El espacio polisémico

Interesante clase con Jose la de ayer jueves. Además de la usual rigurosidad exigida hacia nosotros con sus secuencias al compás de música tipo “Let’s Spend the Night Together” versión bossa, revisamos estructuras de apoyo en las que puntos específicos del cuerpo del compañero eran tomados para entregarle parte –o todo- el peso propio.

Sin embargo, lo que más me llamó la atención, fue la parte dedicada al entendimiento del espacio polisémico. Lejos de quedarnos en una discusión del concepto fuimos a la práctica llenando el espacio de significado. Encontramos muchas formas de hacerlo, dividiéndolo a nuestro antojo. Al final nos quedamos con una particular y convenimos un tipo de significado asociado al tercio más alejado del espacio (al que asociamos el color azul), otro al intermedio (rojo) y uno al más próximo (amarillo). Partiendo de la convención, y rompiéndola, los ejercicios fluyeron y el concepto de la polisemia del espacio quedó entendido.

Parafraseando a Vallejo, hay hermanos, muchísimo por aprender.

P.D. Escribo esta publicación escuchando la música de la clase, y mi cuerpo no hace sino recordar los movimientos, secuencias, y sentirse un poco más libre. ¿Seré “víctima” del condicionamiento operante?

 Sarcastic

domingo, 26 de abril de 2009

Reporte: “El último ensayo” – abril 2009

Fui a ver esta obra de Yuyachkani hace poco. Como comentáramos con mi buen amigo Ronnie, la obra puede calificarse criollamente, sin intención peyorativa, como “rayadaza”. Eso sí, si tuviese la oportunidad, regresaría a verla más de una vez pues me gustó.

Debo reconocer que lo primero que me impactó es la forma de entrar que proponen al público: pasar a través del escenario por una alfombra roja. Me sentí involucrado desde el inicio pues mientras entraba veía a los actores en personaje preparándose para el “inicio” mientras un piano es tocado en vivo.

La musicalidad de los actores está fuera de toda discusión. Además de verlos ejecutar diversos instrumentos musicales en escena me quedé tremenda y gratamente impresionado cuando al comienzo de la obra los actores interpretan una canción a capella con un arreglo de (por lo menos) cuatro voces. Simplemente extraordinario. (Soy músico de afición así que desde ahí ya estaba en el bolsillo de “los Yuyach”).  Felicitaciones a los actores y a Pablo Sandoval que figura como director musical de la obra. (Yuyach: ¿Habría alguna manera de obtener esa grabación?)

El “argumento” de la obra gira sobre la mezcla de la historia del grupo, con la del Perú en el siglo XX, con la de una diva que ahora regresa al país y es esperada por unos músicos en un cine abandonado.

A mí me impactó el lado humano mostrado por esos músicos: ese “contraste” entre la excelencia musical y la sordidez. Entre sus ensayos vi reflejados matices de envidia, egoísmo, lujuria, desenfreno, vacuidad, descontrol… todo para desaparecer y ser olvidado rápidamente cuando el ensayo se retomaba. Me hace reflexionar acerca de lo que uno se fija en los demás; a quiénes hace sus ídolos para imitar; y, los prejuicios que uno se genera. Es por eso que puse la palabra contraste entre comillas al principio de este párrafo: porque en realidad el que alguien destaque en algo no lo hace necesariamente bueno en todo. Racionalmente reconocemos ahí la magia de nuestras diferencias. Pero cuando estamos en el “día a día”, gobernados por “la inercia”, esa racionalidad desaparece. No se trata de recalcar que nadie es perfecto. Se trata de “ubicarse” positivamente frente a esa realidad.

Miguel Rubio Zapata, director de la obra, afirma que la obra está llena de claves y se preocupa por quienes no conocen ese supuesto código. Siendo yo alguien que no conoce dicho código, reconozco el “ejercicio de precisión” al que aspira el grupo y encuentro sentido en el trabajo en la medida en que es un llamado al (re)conocimiento del “hombre detrás del hombre”. Es así que concuerdo con lo que dice Peter Elmore, creador de los textos de la obra, quien en el programa de mano refiere:

“El último ensayo es, sobre todo, una ceremonia de reconocimiento, en la medida que reconocer significa no sólo dar testimonio de una admiración, sino conocer (y, en esa medida, conocernos) de nuevo.”

Peter Elmore
La víspera del homenaje”

Finalmente, como alumno que recién empieza el aprendizaje, leo con singular placer cómo cierra el programa de mano y recuerdo cómo ello se traduce en la función:

[…] Es por eso que nos esforzamos para que cada vez que estamos en escena sea como la primera vez.”

Miguel Rubio Zapata

Para saber más sobre la obra:

Reportes de visita

Como parte de este proceso estoy asistiendo más seguido al teatro. Confieso que hasta antes de este año no he visto casi ninguna obra. Eso tiene que cambiar pues he de aprender de otros montajes y entender el código usado durante una función. Mi intención aquí es publicar mi reporte de visita, desde lo externo (entrada, programa, instalaciones del teatro) hasta la obra en sí. El objetivo es simplemente contar qué me dejó la obra. En ese sentido, una obra de teatro no se puede calificar de buena o mala. ¿Quién es uno para poner semejante adjetivo? Una obra genera sensaciones diferentes en cada espectador y yo pienso incluir aquí “lo que la obra me dejó”.

sábado, 25 de abril de 2009

Mejor teatro, mejor persona

Reflexionando sobre si realmente quiero ser médium y por qué, encuentro que es afirmativa la primera respuesta y contundente la segunda. ¿Por qué quiero dedicarle al teatro parte de mi vida? Trataré de ordenar los pensamientos que me inundan, para poder escribir una respuesta ordenada.

Encuentro que el teatro exige disciplina, orden, dedicación, coherencia, veracidad, profesionalismo. El teatro exige puntualidad y respeto al compañero. El teatro demanda conciencia social e individual. El teatro no es ajeno a las circunstancias de la sociedad. El teatro exige estar conciente de ellas y ser agente de cambio: actuar. Actuar para que el espectador no solo reciba un mensaje sino lo transforme y actúe sobre la base de él logrando el cambio que se desea. Lo anterior define para mí al actor como una persona que quiera “ser mejor que sí misma para beneficio de los demás”.

Yo encuentro la definición anterior bastante concreta y accionable. Comulgo con ella. “Los demás” tiene un significado directo para mí: mi familia. Partiendo de ese núcleo social, puedo luego lograr accionar sobre mis amigos, mi entorno, mi sociedad.

Pero además, el teatro me exige como individuo cosas muy concretas, que también terminan con la construcción de una mejor persona, un mejor “yo”. Entre esas cosas concretas recuerdo en este momento:

  • Cuerpo. El instrumento por excelencia del actor es el cuerpo. Es en él y a través de él que se manifiestan los personajes. Para lograr un buen personaje la exigencia no es trivial. Así como la plastilina debe ser maleable para construir con éxito variadas formas, el cuerpo del actor debe ser flexible para responder a las exigencias de ese espíritu que demanda manifestarse a través de él. Dentro de las posibilidades de cada uno, se ha de lograr flexibilidad y capacidad física para ello. El personaje debe poder usar movimientos distintos de los característicos del actor como persona. Además, el cuerpo es punto de partida para la palabra y, también, para la improvisación.
  • Voz. Pude haber puesto que este es el instrumento por excelencia del actor, pero no lo creo así. La voz es una extremidad más del cuerpo, un miembro más, como lo son los brazos y las piernas (1). La voz no se separa del cuerpo sino que nace de él. No podemos lograr una “buena” voz sino partimos desde el “centro de fuerza” del cuerpo, lo activamos, y lo tomamos como punto de partida (2). “Buena” voz significa una voz maleable, moldeable, capaz de adaptarse a lo que el personaje pide, y capaz de llenar el espacio y el auditorio necesario, con el volumen y la claridad necesaria, sin desgastarse en el intento.
  • Palabra. ¿Pero acaso no acabamos de hablar de la voz? ¿Por qué hablar específicamente de la palabra? Porque si no hay conciencia de la palabra que se dice, se corre el riesgo de no ser más que un buen altoparlante, un reproductor de audio que se hace oír pero no se escuchar. El manejo de la palabra, por tanto, es fundamental y no nace sino del reconocimiento de cada letra que sirve para construir una palabra. Reconocidas las letras, toca reconocer la palabra como un todo mayor a la suma de sus partes, entender claramente su significado y su razón de ser. Las palabras se juntan en frases que, nuevamente, en una sinergia liderada por el escritor, lleva un significado mayor que, junto con las demás frases del texto, permiten entregar eficazmente el mensaje de la obra (3).
  • Conciencia de uno mismo. En el escenario físicamente uno no puede ver lo que el espectador ve, pero debe poder sentirlo. Uno debe ser capaz de saber cómo está ubicado espacialmente en el escenario en relación a los demás actores aún cuando no los vea, y debe ser conciente de cada una de las partes de su cuerpo: dónde y cómo están sus dedos, manos, brazos pies, piernas, cabeza, etc. pues ellas están transmitiendo mensajes al público (4). Pero adicionalmente uno debe tener conciencia también de cómo suenan sus palabras pues no debe notarse que el actor está diciendo un texto de memoria sino más bien este texto debe sonar fresco, como si el actor lo estuviera inventando en ese momento.  Para lograr esa frescura, ayuda tener esta conciencia de uno mismo alerta en cada momento de la vida diaria pues todos los días uno se comunica alegre, molesto, apesadumbrado, etc. y transmite naturalmente, sin esfuerzo, esas emociones a su interlocutor. Eso mismo debe lograr el actor con el público. Aprender de la manera de hablar que usa uno en la vida diaria sirve no para remedar la entonación, sino para buscar la coherencia entre el sentimiento y la voz, coherencia que podemos llamar “organicidad” (5).
  • Estudio. Es irresponsable intentar construir edificios sin haber estudiado. Es irresponsable intentar curar enfermedades sin haber estudiado. Es irresponsable intentar hacer un personaje sin haber estudiado. Hay un deber que adquiere el actor para con el público, para con su sociedad; deber adquirido por el solo hecho de ser actor y querer llamar a la acción a través de su personaje. Lo dicen internacionalmente Augusto Boal y nacionalmente Celeste Viale en sendos mensajes por el Día Mundial del Teatro 2009 y, por ahora, no encuentro nada que añadir:

“Una de las principales funciones de nuestro arte es hacer conscientes esos espectáculos de la vida diaria donde los actores son los propios espectadores y el escenario es la platea y la platea, escenario.”
”[…] Actores somos todos nosotros, el ciudadano no es aquel que vive en sociedad: ¡es aquel que la transforma!”

Augusto Boal
27 de marzo de 2009

“El Teatro, a pesar de las predicciones que le auguraban el coma o la muerte, sigue en pie, junto a hombres y mujeres, para registrar las miserias y transformarlas; para que el mundo que hemos construido sea más fácil de soportar y entender y en ello, darnos la posibilidad de redimirnos. La memoria, la reflexión y el rescate de lo humano son tres virtudes que el Teatro puede ostentar en medio de la realidad que nos abate”

Celeste Viale, “La Persistencia del Teatro”
27 de marzo de 2009
 

Por lo expuesto,  estoy convencido de que dedicarme al teatro es dedicarme a ser mejor persona. Sin embargo, creo también que es una calle de dos vías. Si el teatro me hace mejor persona, es justo que como persona trate de hacer mejor teatro. Es lo menos que puedo hacer por él en sincero agradecimiento.

 

(1) Esto lo aprendí de María del Pilar Núñez en un breve taller de voz que estudié en “Cuatro Tablas” a fines de 1998.
(2) Marco Otoya, Aranwa Teatro, Lima 2009.
(3) Jorge Chiarella Krüger, Aranwa Teatro, Lima 2009. Jorge Chiarella aparece desde la primera publicación de este blog bajo el nombre de Coco, y lo seguiré citando así merced al cariño y amistad que me inspira, salvo cuando la ocasión amerite mayor “formalidad”. No es falta de respeto, ni falta de reconocimiento. Muy por el contrario, este blog no existiría ni tendría ningún contenido sino fuera por el efecto que sus enseñanzas en pocas semanas han tenido en mí (y aún no soy, ni de lejos, un buen alumno). Es más, al maestro Coco este blog le debe hasta su título, y su autor, mucho más.
(4) José Ruiz Subauste, Aranwa Teatro, Lima 2009.
(5) Organicidad es mucho más que esa definición. Por ahora dejémoslo así.

jueves, 23 de abril de 2009

Para que exista teatro (2)

Luego de haber presentado los cuatro primeros elementos para que exista teatro (actor, público, texto, espacio), corresponde terminar esa lista. El siguiente elemento necesario para que exista teatro es la “convención” (también llamada el “acuerdo de jugar”). Vale decir, el espectador debe estar consciente de que lo que está viendo no es la realidad cotidiana sino una “realidad alternativa”. Esto es muy importante y descarta de mi publicación anterior el caso de la broma o la estafa. Allí no hay teatro pues si bien existen otros elementos presentes, el “espectador” no sabe que lo que está viendo no es la realidad: nunca fué informado de que están representando una estafa delante de él, y cae en ella. Allí definitivamente no hay teatro.

Finalmente, el último elemento necesario para que exista teatro es la “atmósfera”. Se entiende por atmósfera ese clima apropiado que existe durante una obra y permite que el espectador reciba precisamente la comunicación que los actores transmiten. Haciendo un paralelo con el aire que lleva (comunica) la palabra, la atmósfera  lleva (comunica) lo sensible. La imagino como una conexión mágica entre actor y espectador que aquel tiene que crear cada vez que quiere comunicar. Evidente es, que si te quiero decir la hora no necesito más que pronunciarla a un volumen adecuado para que la escuches. Pero si, por ejemplo, lo que te quiero contar es el dilema que sufro cada vez que me encuentro solo y todo aquel a quien recurro está ocupado, etc… entonces más me vale crear la atmósfera adecuada para que “escuches” eso que con palabras no se puede decir, pero que se puede representar. Esta atmósfera es muy poderosa, pero tiene sus debilidades: desaparece rápidamente ante la menor interrupción. Por eso es que, entre otras cosas, hemos de apagar los teléfonos celulares y evitar conversar durante una función.

Esos son los seis componentes necesarios para que exista teatro. Me queda la pregunta: un concierto en vivo… ¿es teatro? ¿qué elemento falta?

lunes, 20 de abril de 2009

Para que exista teatro…

¿Qué se necesita para que exista teatro? ¿Se trata de conseguir un buen escenario? ¿Es simplemente contar con la presencia de público? ¿Bastará contar con un buen “argumento”?

Esas son preguntas que me inquietan pues la idea de ser médium es precisamente para “hacer teatro”.

La respuesta nuevamente, viene luego de una interesante discusión con Coco. Evidentemente que se necesita por lo menos un actor y un espectador para que se pueda hablar de teatro. Es el principio de la comunicación. Además, es obvio que podemos inferir la necesidad de un argumento, una obra, un guión o un texto: algo que contar. Finalmente, los más observadores podrán advertir que falta mencionar el “lugar físico” donde esa comunicación se lleva a cabo, eso que en términos más exactos se llama hoy “espacio”. Pero hasta ahí puede uno llegar, o llegué yo al menos, en mi razonamiento. ¿Acaso faltaba algo?

Efectivamente, faltan un par de cosas por lo menos…

¿Qué pasa si dos personas están efectuando una broma o una estafa a una tercera? Las dos personas comparten un guión; un espacio; hay actor(es) y espectador. Los elementos básicos están pero… ¿podemos llamar a esto teatro?  El hecho de que yo coluda con un amigo en inventar una historia para hacerle una broma pesada a otra persona… ¿cuenta como teatro? ¿Las famosas cámaras escondidas son un ejemplo de teatro?

Esta respuesta la daré en mi siguiente publicación. Por lo pronto, sus comentarios son bienvenidos.

martes, 14 de abril de 2009

Sí, quiero ser médium

La Real Academia Española define la palabra "médium" de la siguiente manera:

"Persona a la que se considera dotada de facultades paranormales que le permiten actuar de mediadora en la consecución de fenómenos parapsicológicos o de hipotéticas comunicaciones con los espíritus".

Rescato de esa definición varias cosas: la referencia a facultades no normales o no comunes; actuar como mediador; y, la referencia a "comunicaciones con los espíritus". 

Es de ahí que parte el préstamo de esta palabra para definir el objetivo del viaje de varios años que he comenzado a emprender formalmente desde el 6 de enero pasado. Quiero adquirir ciertas facultades ("no comunes") que me permitan actuar como mediador para comunicar ("desde un espíritu") algo concreto al público. Ser actor lo llaman muchos. Mi tocayo Coco lo llama, muy acertadamente, ser "médium": permitir que el personaje se apodere del actor y que actúe a través del cuerpo del actor y que el público vea al personaje que ha tomado posesión de ese actor.
Este blog tiene por objetivo ser el depositario de mis aprendizajes, inquietudes y dudas que tendré en este proceso. El objetivo es encontrar en una relectura posterior ideas que revisar, que revivir, que retomar para mejorar cada vez. Si en el camino otras personas comparten conmigo sus propios comentarios y vivencias o inquietudes al respecto pues muchísimo mejor, este medio me dará a mí mucho más de lo que yo le daré.